Sunday, July 23, 2006

Still Falls the Rain

Save the Lebanese Civilians Petition
Heavy showers refreshed us as we walked through London yesterday on another march for peace.

Still Falls the Rain
(The Raids, 1940. Night and Dawn.)

Still falls the Rain -
Dark as the world of man, black as our loss -
Blind as the nineteen hundred and forty nails
Upon the Cross.

Still falls the Rain
With a sound like the pulse of the heart that is changed to the hammer-beat
In the Potter's Field, and the sound of the impious feet
On the Tomb:

Still falls the Rain

In the Field of Blood where the small hopes breed and the human brain
Nurtures its greed, that worm with the brow of Cain.

Still falls the Rain
At the feet of the Starved Man hung upon the Cross.
Christ that each day, each night, nails there, have mercy on us -
On Dives and on Lazarus:
Under the Rain the sore and the gold are as one.

Still falls the Rain -
Still falls the Blood from the Starved Man's wounded Side:
He bears in His Heart all wounds,---those of the light that died,
The last faint spark
In the self-murdered heart, the wounds of the sad uncomprehending dark,
The wounds of the baited bear -
The blind and weeping bear whom the keepers beat
On his helpless flesh... the tears of the hunted hare.

Still falls the Rain -
Then - O Ile leape up to my God: who pulles me doune -
See, see where Christ's blood streames in the firmament:
It flows from the Brow we nailed upon the tree

Deep to the dying, to the thirsting heart
That holds the fires of the world, - dark-smirched with pain
As Caesar's laurel crown.

Then sounds the voice of One who like the heart of man
Was once a child who among beasts has lain -
"Still do I love, still shed my innocent light, my Blood, for thee."

Edith Sitwell

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Today in La Jornada.

Miércoles 26 de julio de 2006

José Steinsleger

Ana Frank murió en Beirut
En la cabeza de varios misiles del ejército de Israel, un par de niñas pintan la frase "con amor, para los niños árabes". La secuencia fotográfica muestra a un bebé libanés sepultado entre escombros y a una niña libanesa que parece descansar en un prado. Tiene los ojos abiertos, pero está muerta. Posando ante una bandera de la Organización de Naciones Unidas (sic, ONU), un hombre levanta su cuerpecito exangüe. La mata de cabellos cae de la cabeza colgante.

Las niñas judías son hermosas. Una guarda notable parecido con mi hija a su edad. Cuando mi hija tenía su edad, el ejército judío en el sur del Líbano dio luz verde a la masacre ejecutada por las milicias cristianas libanesas sobre cientos de niños, ancianos y mujeres palestinas refugiados en los campamentos de Sabra y Chatila (1982).

Un año después, Hollywood otorgó el Oscar al mejor documental: Genocidio. El de los judíos bajo los nazis... (¿hubo otros?). La hija de mi hija acaba de cumplir dos años. Quizá, algún día, preguntará por qué Israel borró a Líbano del mapa, así como a Palestina en el año que nació su abuelo.

El presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, dijo que Israel debía ser borrado del mapa. Francia, Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania condenaron sus palabras. Israel pidió la expulsión de Irán de la ONU. ¿Por qué todos callan ahora? La semana pasada, una comitiva de la ONU enviada a Líbano presentó un informe ante el "Consejo de Seguridad" (sic). Pero antes, como se debe, lo revisó Condoleezza. Y luego, como se debe, el nazi John Bolton (embajador de Washington en la ONU) habló de una fuerza multinacional a Líbano: "... quizás autorizada por la ONU (sic), pero no una fuerza de cascos azules de la ONU..."

Ehud Olmert, premier de Israel, explicó un mes atrás las causas del "nuevo desorden": "Matar civiles palestinos es justificable; lo inmoral es atacar a Israel... no hay equivalencia moral entre ellos y los ataques contra Israel" (La Jornada, 23/6/06).

Retomemos la historia. Cuando el abuelo usaba pantalones cortos y tenía la edad de las pintorcitas de misiles, unos chicos de la escuela le dijeron "judío" con desdén. El relojero del barrio lo consoló:

-No les hagas caso. No eres judío. Eres goi.

¿Goi? El crucifijo bendecía la alcoba de sus padres. Pero la familia no concurría a misa ni a la sinagoga, ni a él le habían cortado el pito. El abuelo preguntó a su papá: "¿qué soy?" El padre respondió: "Cuando seas mayor podrás decidir. Por ahora, debes estudiar. Yo elegí a tu madre".

Por fin, en el cine del barrio, el abuelo creyó descubrir los alcances de la palabra "goi". En El juicio de Nüremberg (Stanley Kramer, 1961), uno de los fiscales del tribunal explicó que las leyes raciales de los nazis medían el grado de pertenencia al pueblo judío según la composición racial de los ascendientes de cada uno. "¡Igual que los judíos!", pensó.

De regreso a su casa, se detuvo a platicar con el relojero, quien sin despegar el lente de aumento clavado en el ojo, alzó la cabeza:

-No es igual. Nosotros somos diferentes.

-¿Y yo qué soy? -insistió el abuelo. Prudente, el relojero observó:

-Pregúntale a tu papá.

Hecho bolas, el abuelo se dirigió a otro amigo.

-¡Turco! Acabo de ver una película...

-¡Momento, brimo! Me llamo Mustafá.

-¿Y por qué todos te llaman turco?

-Me dicen turco porque cuando llegué a este país Líbano y Siria pertenecían al imperio turco. En realidad, soy palestino.

-¿Cómo?

-Sí. Palestina estaba ocupada por los turcos. Luego la ocuparon los ingleses y después los judíos, que ahora la llaman Israel.

-¡Dale, turco! ¿Cristiano, árabe o judío?

-Ah...eso. Mira: sin generalizar ni ofender a nadie, todos son hijos de puta.

-¿Y por qué todos son hijos de puta?

-Pregúntale a tu papá.

Por la noche, el abuelo se metió en la cama, abrió el Diario de Ana Frank (regalo de su padre) y se durmió después de leer: "Soy joven y aún poseo muchas cualidades ocultas (...) Muchas cosas me han sido dadas al nacer: un carácter feliz, mucha alegría y fuerza. Cada día me siento crecer por dentro, siento cómo se acerca la liberación, lo bella que es la naturaleza, lo buenos que son quienes me rodean (...) ¿Por qué habría de desesperar?" (3 de mayo de 1944).

El año pasado, en Amsterdam, después de recuperar aire tras la visita a la casa de Ana Frank convertida en shopping, el abuelo tomó asiento en una de las bancas situadas a la vera del canal, y en el diario leyó: "Me es absolutamente imposible construir cualquier cosa con base en la muerte, la desgracia y la confusión (...) Mientras tanto tendré que mantener bien altos mis ideales, tal vez en los tiempos venideros se puedan llevar a la práctica..." (15 de julio de 1944).

Ana Frank fue devorada por los piojos en el campo de Berger-Belsen. Los mismos piojos que están devorando a las Anas de Bagdad, Kabul, Palestina y Beirut. Dicen los piojos que por allá todos quieren matarse entre todos. Que ya no hay lucha entre opresores y oprimidos. Ana Frank... niña mía: ¿qué vientos están borrando los fundamentos y bases éticas de tu religión?



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8:13 PM  

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